No es fácil.
Caer en la cuenta, de que no hay nada que pueda decir sobre ti,
que no me rompa el corazón.
Y sin embargo me rehúso a extraerte de mi vida.
Sigues ahí. En el fondo.
Como el último recurso.
Como mi plan de contingencia.
Como esa idea a la que siempre acudiré,
cuando todo mi sistema de creencias se tambalee.
He intentado justificar tus abandonos.
Para no verme obligada a pedirte que te vayas.
He intentado encontrarles razones, pero fueron más bien excusas.
Y ya no me sirven.
Ya no me sirven.
Me abandonaste.
Cuando mi sistema de creencias tiembla,
pensar en ti solo me trae más dudas e inseguridad.
Ya no eres tierra firme para mí.
Y no te cuento la pena que eso me causa.