Qué pequeña,
Sentada en un rincón,
Con la cabeza entre los brazos,
Tratando de sembrar girasoles en el mar.
Qué indefensa,
Llena de heridas
Y tan soberbia que nadie se atreve a curarlas.
Quién quisiera protegerla,
Con manos de amor.
Temblorosa suplica.
Qué frágil,
Sin capullo
Pretendiendo que no le hace falta.
Qué triste está...
Sin nadie que la ayude a colgar estrellas de las nubes.
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