Cuando era chica alguien me dijo que antes de nacer elegimos a nuestros padres.
Esa idea se quedó dando vueltas en mi mente por mucho tiempo.
Y en algún momento llegué a asumir con total certeza que también elegimos nuestro aspecto físico, nuestra historia, el momento histórico en que nacemos, el lugar geográfico, etc.
Hoy, tantísimos años después de creer en esa especie de vida antes de la vida, he cambiado hasta volverme irreconocible. Definitivamente mis creencias no son las mismas.
Sin embargo a veces dudo. Cuando pienso quién soy, o quién hubiera querido ser, siempre concluyo que me gusta todo de mí; incluso lo que no me gusta.
Cuando pienso en el lugar geográfico donde nací, y lo difícil que es vivir aquí a veces... cuando me imagino viviendo en otro lugar... se me rompe el corazón. Llega a mi mente una interminable lista de cosas que solo este país tiene y sin las cuales no podría vivir. Así que, sí, creo que antes de nacer elegí ser peruana. Elegí al Perú.
Lo elegí por la belleza de sus paisajes, por la diversidad de su geografía, de su gente, de su comida. Pero sobre todo por sus oportunidades; por la cantidad de cosas que hay por hacer.
Lo elegí por sus heridas, por la profundidad de sus dolores.
Por que tiene la nobleza de un animal herido que se deja curar.
Por que guarda tantas tristezas, tantos secretos que no podemos imaginar...
Y aún así es feliz, como yo.
Por que en las calles se siente la fuerza de la gente que está luchando, que no ha dejado de luchar nunca.
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