Ella camina por la calle, cual vagabunda, sin rumbo.
El smog cae sobre su rostro, pero ella lo convierte en brisa marina.
Los hombres la miran, y ella lo sabe, pero lo ignora.
Está tan absorta en sus pensamientos que a veces cree que la gente puede oirlos.
De pronto los edificios de concreto se convierten en árboles gigantes.
Y el asfalto bajo sus pies se torna verde.
Entonces se pregunta:
¿Si el mundo es una construcción social, por qué mi mundo interior, el que invento cada día, sería menos real?
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