No se trata de ser amable con el taxista que no para de hablar,
O de saludar al vigilante que todos ignoran.
No se trata de darle propina a los niños de la calle,
O de cederle el paso a los peatones cuando vas manejando.
Sí, eso también. Pero no solo eso.
Se trata de exigirte cada día de tu vida.
Se trata de encerrarte en tu cuarto, aunque la soledad te resulte insoportable;
y narrarte tu vida, verla desde afuera, volver a vivirla, una y otra vez.
Tomar en cuenta cada pequeño detalle que no quieres ver, porque te hace daño.
Enfrentarte a tus demonios. Tomar decisiones difíciles.
Perderte, y encontrarte...
Escuchar eso que tanto duele. Repetirlo en voz alta.
Aprender a abrir el corazón. Aprender.
Perdonarte.
Reconocer los errores, asumirlos.
Reconocer los defectos, cambiar.
Decidir qué, por qué, para qué, cómo, con quién...
Y no desviarse de ese camino.
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